En la actualidad una persona puede desenvolverse en muchas áreas del entretenimiento. Algunas gozan de jugar video juegos todo el día, ya que estos les hacen olvidar el mundo que los rodea y por un momento ser el dios de su propio mundo; Otros prefieren carretar, donde quiera que sea y como sea. Algunos prefieren alcoholizarse hasta más no poder o simplemente pasar un rato agradable con sus amigos; Otros gozan con las grandes composiciones de los genios musicales de la historia del mundo y de ahí derivan muchas tendencias en estas personas. Se pueden hacer metaleros, pokemones, aggro, visual, etc; Otros refugian su pasatiempo en el cine, porque, al igual que en los video juegos, durante algún tiempo (en el caso de las películas casi siempre son dos horas) los problemas son de otros y no nuestros. Algunos gozan de sobremanera con el cine de terror, a otros le llama la atención las historias románticas, mientras que a otros les gusta el suspenso; A otros les gusta el fascinante mundo de la literatura, aquel donde se crean mundos maravilloso en los que alguna jugada loca del destino puede tomar un mundo realista y llevarlo hasta el plano del onírico, ¿quien sabe?. Muchos tipos de literatura existe a lo largo de la historia de la humanidad. En nuestra América podemos encontrar el primer vestigio de literatura en el Popol Vuh, libro de las antiguas civilizaciones americanas en el que se intentaba dar cuenta de los hechos que dieron origen a nuestro mundo. Por otro lado hay libros nuevos, comparados con el popol vuh, el caso de
Ahora hablaremos de los libros de terror en general. Al caminar con mi hermano en la fome feria de nuestro barrio nos imaginamos el siguiente escenario… Una mujer que llora mientras lee un libro de terror. En primer lugar, la mujer es una estúpida, si el libro le causa tanto miedo ¿por qué cresta no deja de leer? Y segundo, y sin el afán de molestar a quienes gozan con esta área de la literatura, ¿como te puede dar miedo (o terror) una lectura? Mal que mal los hechos que leemos los imaginamos en nuestra mente y no crea que alguien sea tan idiota como para imaginarse cosas que lo hagan sufrir, a menos que sea un actor y este en una obra en la que debe llorar.