sábado, 13 de octubre de 2007

HAMBRE DE CABRA

Plena década de los sesenta, los Beatles en su apogeo máximo y tres adolescentes se pasean por los bellos campos de buín sin pensar que estaban punto de vivir una experiencia que pasaría de generación en generación en generación.

En ese entonces, el joven Héctor caminaba junto a sus dos amigos por su querido pueblo, con destino conocido solo por ellos, lo único claro era que debían pasar por el potrero del extraño señor Efraín. Estos intrépidos jóvenes no tenían miedo a nada, así que se adentraron en el hermoso y desconocido por muchos Efrain's potrero. Héctor iba a la cabeza del grupo, pareciera como si hubiese vivido toda su vida en aquel lugar, ya que gozaba de una reconocida muy buena intuición. Decidió cada paso que los tres intrépidos debían dar, sin esperar cometer algún error, cosa que no sucedió. Al adentrarse al sector mas cercano de la casa de don Efraín Héctor tomó el camino equivocado, en vez de ir por la izquierda fueron por la derecha. "que xuxa creen utede' qu'tan haciendo acá, cabros de miechica!! Exclamo don Efraín al ver a los chiquillos. Entonces los roció con pichi de gallina* y los dejó drogados en el piso. Para cuando despertaron estaban en el mismo lugar, primera gran decepción de los jóvenes, ellos querían vivir una gran aventura, de esas que vivían los personajes de las películas que ellos aún no veían por que eran huasos, pero de alguna forma extraña hice que las conocieran y quisieran vivir una de esas historias. Ni siquiera amarrados le preguntaron a don Efraín para darle un poco de emoción. "que cosa quiere ute' he losotro', nosotro no'tabamo robando, disculpeno" Don efraín no respondió, solo dijo que lo esperaran. Los tres jóvenes esperaron en el mismo lugar, con la esperanza que el caballero apareciera con algún tipo de arma mounstrosa y letal, para así darle un poco de emoción a la historia, pero de nuevo se decepcionaron, el viejo apareció de un sopetón con una cabra atada en el cuello con una cuerda y les dijo: "han comió alguna vez carne e'cabra?" LOs chicocos nunca habían comido carne de cabra y como habían sido educados con valores sinceros no mintieron, le dijeron la verdad a don Efraín, que nunca habían comido carne de cabra. Don Efraín esbozo una sonrisa y les dijo que si querían probarla. Como lo tres intrépidos muchachos estaban cagados de hambre dijieron que si, aunque tenían miedo a que no les gustara, estaban dispuestos a todo. Entonces el tal don Efraín les regalo la cabra para que se la comieran. El Único problema era que se las dio viva, ellos debían sacar todo su instinto animal y matarla y comerla salvajemente.

El joven Héctor guardó la cabra durante tres días en su hogar, hasta que se armaron de valor para matarla y comerla. Según el grupo de adolescentes, este magno evento debía de ser celebrado con la mayor alegría del mundo, así que invitaron a su única amiga, la guasita chabelita.

La celebración se llevaría acabo en el corral de las papas errantes, que quedaba al final de buin, cerca de no se donde. Estaba todo listo, el fuego y las ganas de eliminar salvajemente al animal.

Tras un duro camino llegaron a destino, estaba todo dispuesto para matar a la cabra, pero se les olvido un detalle, no sabían como matar ala oveja, a pesar de todo tenían sentimientos y no querían que la oveja sufriera mucho así que pensaron en la forma más rápida y fácil de matarla. Pensaron en tirarla por el barranco, pero desecharon inmediatamente la alternativa, ya que después no podrían rescatar a la cabra desde el fondo. Otra opción era agarrarla a patadas, pero la desecharon también por el salvajismo que conllevaba esa decisión. Cuando la desesperación de no saber como matar a la cabra se apoderaba de ellos la guasa chabelita dice: "eureka, ya me le ocurrió como matere a esta bestia pué, hay que puro cortarle la ca'eza" El resto del grupo salto de alegría en señal de aprobación de la idea. La emoción los embragaba, su afán de comer por primera vez carne de cabra les hacia palpitar el corazón como a abuelitos en celebración íntima de bodas de oro.

La emoción no alcanzó a durar do segundos cuando uno de los tipos pregunta "¿y quién anda con una cushilla?" todos se quedaron callados. Creyeron lo peor, pero la huasa chabelita aún guardaba sorpresas y dijo: "Mish, nunca pensé que mi sable de samurai de la dinastía san me sirviera algún día" Y de entre sus ropajes saco un hermoso y reluciente sable. La emoción volvió a apoderarse del grupo de humanos, tanto así que ya no había duda, cortar la cabeza del animal era la solución.

El plan era, el amigo dos, el amigo uno y la Chabelita sostendrían a la cabra sobre una piedra para que no se moviera y Héctor aplicaría el certero golpe de sable a la cabra para decapitarla.

Todo estaba listo, el sol se posaba arriba de sus cabezas y la transpiración se deslizaba lentamente por encima de cada poro de la frente de los personajes. Héctor levanta la espada y se queda así durante cinco minutos, hasta que decide golpear a la bestia.

Un gran grito se escucho en todo buín, la cabeza que era sostenida por Chabela chorreaba litros y litros de sangre, mientras que el cuerpo de la cabra se movía desesperadamente entre las manos del amigo dos y el uno. La fuerza de estos dos no dio para más y la soltaron. Los cuatro amigos presenciaron como la cabra se fue corriendo como una cabra sin cabeza a lo más alto de la colina de buin.

Chabelita, el amigos dos, el amigo uno y Héctor quedaron sorprendidos y con hambre.

-*Las gallinas no hacen pichí

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo no escribi esta wea ¬¬

la mia era mas buena

carlos espinoza MUÑOZ dijo...

no po, la escribi yo