miércoles, 17 de septiembre de 2008

Don Alfredo ve un momento

Don Armando no era un abuelo que tuviese alguna cualidad especial para un hombre de su edad. Era un cascarrabias por el simple gusto de ver como todos intentaban darle en le gusto, era un maestro en el malcriar a sus nietos y de vez en cuando regalaba la plata a destajo. Dentro de esas características que hacían a don Alfredo ser un hombre común en el mundo de los tatas estaba, obviamente, el ir a tirarle migas de pan a las palomas. Nunca lo hizo porque se sintiese abandonado por la sociedad por u condición de viejo como algunos puedan pensar, sino que siempre lo quiso. Cuando era joven sentía una suerte de envidia por aquellos viejitos que podían ir a los parques a dar de comer a las palomas sin sentirse culpable por darle cabida a lo que era una plaga despreciada por muchos sectores de la ciudad, además de no sentirse ridículo.

Fue en uno de esos días de paseo por la plaza cuando ocurrió lo que cambiaría el resto de la vida de don Alfredo, que aunque fuera poca, sería importante para el sentido de la historia. Estaba el caballero dando de comer a las palomas cuando un perro se le acerca. El perro lo mira. Luego mira al horizonte y empieza a chillar a un coche que era conducido por una mujer de unos 16 años vestida de uniforme escolar. Al momento en que don Alfredo se da cuenta de lo que está mirando el perro, este empieza a llorar. El abuelo obviamente se dijo: “¿qué chucha le pasa a este perro?”…

Hay una creencia popular que dice que cuando los perros empiezan a llorar sin una razón aparente es porque están viendo alguna clase de espíritu que anda rondando por ahí. También es parte de la creencia que para corroborar esta supuesta información de los perros uno puede tomar una lágrima del perro y ponérsela en le propio ojo, esto nos dará la capacidad de ver a este espíritu.

… Don Alfredo tomó una de las lágrimas del perro y la puso en su ojo. Lo que vió fue espeluznante para él. La imagen de Alicia, su nieta muerta hace dos años estaba posada sobre el coche que era conducido por la niña vestida de escolar que representaba unos 16 años.

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